Mutación de las agendas globales: del cuidado ambiental a la protección del bolsillo.

Publicidad y espejismos del progreso

Vivimos rodeados de mensajes políticos y económicos que repiten un mismo mantra: “todos pueden acceder a estándares elevados de vida”, “los beneficios del progreso están al alcance de todos”, “sostener la moneda garantiza el consumo”.

Pero, ¿realmente es así? Para más de la mitad de la población mundial estas promesas son una quimera. Y aun si fueran posibles, los actuales modos de extracción, producción, consumo y desecho lo volverían insostenible.

Lo expresó Gandhi en 1948: “Si la India aspirara a que todos sus habitantes posean el nivel de vida del Reino Unido, necesitaríamos dos planetas”.

La memoria de lo ambiental

Desde los años 60 la comunidad científica advierte sobre pobreza, pérdida de biodiversidad y deterioro ambiental. Los pensadores sistémicos ya señalaban que los sistemas sociales y ambientales caminaban hacia la autodestrucción.

Los efectos están a la vista: cambio climático, contaminación, agotamiento de recursos y sumideros, pérdida de agua, epidemias, hambre y desigualdad.

En 1972, el Club de Roma publicó Los límites del crecimiento, con simulaciones del MIT. Su conclusión fue clara: en un planeta limitado, el crecimiento exponencial no es sostenible.

Cumbres y frustraciones

Pese a medio siglo de agendas internacionales sobre sustentabilidad, los avances han sido pobres. La Cumbre de Copenhague de 2009 dejó un sabor amargo: no hubo acuerdos ni conciencia real de la urgencia.

La ambición ciega convirtió el encuentro en un campo de disputa ideológica entre países ricos y pobres, contaminadores y afectados.

Los actores invisibles que sí transforman

Más allá de las grandes cumbres, hubo otras líneas de acción con efectos más tangibles: organizaciones ambientalistas, centros de estudio, municipios y organismos reguladores. Estos actores locales y regionales lograron cambios concretos.

Lo más valioso, sin embargo, ha sido el despertar de la conciencia colectiva en torno a pobreza, marginalidad, ambiente y responsabilidad social.

Conciencia social vs. poder político

Hoy la conciencia social y ambiental parece más avanzada que la capacidad de los gobiernos para actuar. Mientras tanto, las agendas globales han mutado: de la sustentabilidad social y ambiental hacia la sostenibilidad del sistema financiero.

Un giro ingenioso, sí, pero también revelador: la superestructura política prioriza la protección del bolsillo antes que la protección del planeta.

Reflexión: un cambio inevitable

La historia muestra que cuando la conciencia social supera en evolución a las estructuras de poder, el cambio se vuelve inevitable. Así ocurrió en los siglos XVII y XVIII, cuando la madurez social derivó en la caída del absolutismo.

Hoy, nuevamente, la conciencia ciudadana en temas ambientales y sociales late con más fuerza que las decisiones del poder político.

La gran pregunta es:

  • ¿Cómo se resolverá la sostenibilidad planetaria?
  • ¿Cuánto más podrá retrasarse la transformación antes de que ocurra una ruptura inevitable?

La conciencia colectiva ya ha dado un salto. El poder político tarde o temprano tendrá que acompañarlo.

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