La felicidad como satisfacción de deseos culminantes

Conceptos que confunden la conciencia

En medio de crisis económicas, financieras y sociales, ciertos conceptos ejercen un poder enigmático que nubla nuestro discernimiento. Organizan la manera en que pensamos, sentimos y actuamos, pero al mismo tiempo entorpecen el sentido común. Uno de ellos es la idea de felicidad entendida como satisfacción de deseos culminantes.

La felicidad en el imaginario social

En la conciencia social egocéntrica, la felicidad es vista como un bien suntuario, el mayor logro posible para un ser humano. Bajo este imaginario, la vida cobra sentido solo si alcanzamos “la felicidad” individual.
Ser feliz significa tener: acumular bienes materiales, disfrutar de placeres inmediatos como dinero, viajes, diversión, reconocimiento social, estatus o poder sobre otros.

Detrás de esta definición se esconden deseos de posesión que objetivan casi todo: relaciones, apariencia, juventud, creencias. La felicidad se confunde con acumular, poseer y dominar.

Una infelicidad existencial

La paradoja es evidente. A pesar del esplendor material y del estatus, la humanidad está atravesada por la infelicidad. Soledad, adicciones, hastío y pérdida de sentido revelan que la ansiada felicidad ha devenido en frustración.

La pregunta es inevitable: ¿qué hay de erróneo en entender la felicidad como satisfacción de deseos? ¿Por qué este camino nos conduce a la insatisfacción? La respuesta se oculta en nuestra resistencia a ampliar la percepción de lo que significa ser feliz.

Una quimera de la conciencia egocéntrica

Imaginemos por un momento que los siete mil millones de seres humanos pudieran alcanzar la felicidad tal como la concibe la conciencia egocéntrica. El planeta no resistiría más de unas pocas décadas. Los métodos actuales de extracción, producción, consumo y desechos agotarían los recursos y contaminarían la Tierra hasta volverla inhabitable.

Así, esta concepción cultural de felicidad se revela como lo que realmente es: una quimera. Una ilusión que promete plenitud pero conduce a la destrucción.

Deseo y evolución de la conciencia

Lo que deseamos está en relación directa con el estadio evolutivo de nuestra conciencia. Avanzar implica someter nuestros apetitos a las pruebas de la transformación interior. La primera estación en este camino será alcanzar un entendimiento colectivo, sensible y responsable de lo que significa ser feliz.

Aquí la felicidad deja de ser un fin individual y se convierte en un movimiento del alma hacia el cuidado, la entrega y la conexión con la vida.

La felicidad como alegría del alma

Recuerdo la mirada luminosa y la sonrisa de la Madre Teresa. ¿De dónde provenía su felicidad? No de satisfacer deseos personales, sino de la inmensa alegría que sentía al rescatar bebés de la basura en Calcuta. Cada vida salvada era una bendición que expandía su corazón.

Su ejemplo nos invita a comprender que la verdadera felicidad no surge de la posesión ni del poder, sino de la capacidad de dar, de servir y de conectar con la dignidad humana.

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